Joe Barcala
22 de noviembre
¿Quién no recuerda al típico extraterrestre o al clásico trabajador americano de la construcción con su casco, grande, brazos enormes? ¿O al estereotipo de matón en las películas de Hollywood? Son ideas simples con alto impacto. Quedan guardados en la mente por años, pero cada mente guarda la parte del estereotipo que le impacta; por ejemplo, la imagen de un cura, o un obispo... a unos les evoca un tipo con santidad, a otros un pederasta. A cada uno según su experiencia.
Los hay de todo tipo: gays, de inocencia (niños), escritor, abogado, etc. Son demasiado poderosos en la mente que es muy difícil que la gente pueda cambiarlos. Eso de no juzgar a las personas antes de conocerlas es muy difícil, porque el cerebro tiende a clasificar, a meter en un "tipo de persona" o "tema" o "cosa". Se nos ha metido la idea que la gente africana es de un modo y ¿cómo eliminar esa imagen?
Encontrar personajes estereotípicos en una obra literaria es otra forma de hacer un análisis en ella. Uno de los más socorridos son los de héroes: personajes súper poderosos que salvan al mundo. En la novela histórica abundan los héroes nacionales bañados de gloria. Cervantes rompió, cambió el estereotipo del caballero que va a defender los lugares santos con el Quijote. El estereotipo de la mujer abnegada, de la abuela pícara, del buen samaritano, de las piadosas que lloran a un muerto, en fin.
Cada cultura da por asumidos algunos roles a los hombres y a las mujeres y se espera, desde que son educados así, que actúen de una forma determinada. Se cree que los ateos estarán en el infierno por haber negado a dios. Se piensa que un político es un corrupto o un servidor de la nación. En fin. La novela, de hecho, es una vía para crear estereotipos en las personas. Luego es muy difícil cambiarlos.
Joe Barcala
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